La pandereta, un instrumento que resuena con alegría, tiene sus raíces en la historia bíblica. En hebreo, se le conoce como "tof", y a lo largo de las Escrituras, la Reina Valera 1960 la traduce de varias maneras: "pandero", "tamborín" o "tímpano". Todas estas palabras describen el mismo instrumento: un pequeño tambor de mano, con un marco de madera, piel estirada y, a menudo, con cascabeles que tintinean al ser agitado.
Desde los días del patriarca Jacob, el pandero aparece en las Escrituras como un símbolo de celebración. En Génesis 31:27, leemos cómo Labán le dice a Jacob: "¿Por qué te escondiste para huir, y me engañaste, y no me lo hiciste saber para que yo te despidiera con alegría y con cantares, con tamborín y arpa?"
Pero su uso más significativo era en la adoración a Dios. La pandereta era un instrumento utilizado por hombres y mujeres para danzar y alabar a Jehová, especialmente cuando el Señor les bendecía con grandes victorias o los libraba de sus enemigos. Era el sonido del regocijo y la gratitud por la fidelidad de Dios.
La Biblia está llena de pasajes que nos recuerdan este uso sagrado del pandero:
Éxodo 15:20: Miriam, la hermana de Moisés, tomó un pandero en su mano y, junto a las demás mujeres, salió con danzas para celebrar la victoria de Dios en el Mar Rojo.
Jueces 11:34: La hija de Jefté salió a recibir a su padre después de que el Señor le diera la victoria sobre los amonitas, danzando con panderos.
1 Samuel 10:5 y 18:6: Vemos que el pandero era parte de la música de profetas y de las celebraciones populares en honor a Saúl y a David.
2 Samuel 6:5: David y el pueblo de Israel "danzaban con todas sus fuerzas delante de Jehová; y con panderos, arpas, liras, panderetas, címbalos y trompetas".
Salmos 150:4: Este salmo nos exhorta a alabar a Dios "con pandero y danza".
Isaías 5:12: Se menciona el pandero entre los instrumentos que se usan en los banquetes.
Y uno de los pasajes más conmovedores, que habla de una alegría futura y de la restauración de la fe, está en Jeremías 31:4:
"Aún te edificaré, y serás edificada, oh virgen de Israel; todavía serás adornada con tus panderos, y saldrás en alegres danzas".
Este versículo profetiza el gozo que Israel sentiría al ser restaurado, una promesa que hoy se relaciona con la alegría de la Iglesia al ver la obra de Dios. La pandereta, entonces, no es solo un instrumento, sino un símbolo de alabanza, de gozo desbordante y de la victoria que proviene de Dios.
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